Hace muchos años, en una aldea vivía un hombre llamado Juan. Era muy bueno y honrado. A él le encantaba la Navidad, pero no podía celebrarla porque era muy pobre y no podía comprar un árbol, ni cosas para adornarlo.
Un día, se levantó y fué a un bosque a cortar un árbol. Se encontró con un niño que le dijo que tenía frío y hambre. Juan le dió su chaqueta y su último pedazo de pan. El joven, muerto de hanbre y frío, volvió a su casa, y, al abrir la puerta, se encontró una bola de un Árbol de Navidad y un plato de sopa caliente.
Otro día, volvió al bosque y se encontró un ciervo herido. Él lo curó con su calcetín de lana que se lo puso de venda. Al joven se le estaba helando el pie. A duras penas, el joven llegó a su casa, y había una estrella que le dijo:
- Cada vez que ayudes a alguien te recompensaré con un plato de comida y adornos de un árbol.
- Pero, yo no tengo árbol, soy muy pobre - dijo él.
Contestó la estrella: - Cuando hagas muchas cosas buenas, te lo daré.
El hombre siguió haciendo cosas buenas, y, cada día que llegaba a su casa, se encontraba lo mismo. El hombre ya estaba harto de tantos adornos, y le dijo a la estrella:
- ¿Dónde está el árbol?
Entonces, la estrella le contestó:
- Tienes que hacer algo muy bueno.
Un día, iba por el pueblo y salvó a un niño de que le atropellara un carro, y la estrella le dió el árbol, y nunca volvió a estar solo.
- 6º de primaria - Miguel Ángel Moya Vizcaíno
Un día, se levantó y fué a un bosque a cortar un árbol. Se encontró con un niño que le dijo que tenía frío y hambre. Juan le dió su chaqueta y su último pedazo de pan. El joven, muerto de hanbre y frío, volvió a su casa, y, al abrir la puerta, se encontró una bola de un Árbol de Navidad y un plato de sopa caliente.
Otro día, volvió al bosque y se encontró un ciervo herido. Él lo curó con su calcetín de lana que se lo puso de venda. Al joven se le estaba helando el pie. A duras penas, el joven llegó a su casa, y había una estrella que le dijo:
- Cada vez que ayudes a alguien te recompensaré con un plato de comida y adornos de un árbol.
- Pero, yo no tengo árbol, soy muy pobre - dijo él.
Contestó la estrella: - Cuando hagas muchas cosas buenas, te lo daré.
El hombre siguió haciendo cosas buenas, y, cada día que llegaba a su casa, se encontraba lo mismo. El hombre ya estaba harto de tantos adornos, y le dijo a la estrella:
- ¿Dónde está el árbol?
Entonces, la estrella le contestó:
- Tienes que hacer algo muy bueno.
Un día, iba por el pueblo y salvó a un niño de que le atropellara un carro, y la estrella le dió el árbol, y nunca volvió a estar solo.
- 6º de primaria - Miguel Ángel Moya Vizcaíno
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